
El Mal (Soros).
No lo verás en los medios, pero esa aplicación que cambia el sexo de tu rostro no es inocente. Los estrategas tecnológicos del globalismo no dan puntada sin hilo. Para empezar, capturan tu rostro para nutrir el banco de imágenes del capitalismo de la vigilancia, usándote como mercancía sin que te puedas quejar porque tú mismo les has facilitado tu identidad. Pero a la codicia se le añade un plan diabólico de demolición de la familia tradicional. En personas adultas puede que llegue tarde -aunque ahí está el padre de las Kardashian-, pero jugar al cambio de género en adolescentes que aún no han desarrollado plenamente su sexo natural introduce dudas fatales. Incalculables púberes que nunca habrían considerado la transexualidad sucumbirán a este programa de ingeniería social camuflado de videojuego. No es difícil adivinar a Soros detrás de esta inicua tecnologíaque fomenta la esterilización indirecta de las parejas heterosexuales y formatea el instinto maternal de la mujer. Los gays tienen menos hijos y por tanto disponen de mayor poder adquisitivo para consumir más y bajarse más aplicaciones. Ojo con esto porque la mayor victoria de la bestia es hacer creer que no existe, y no es casualidad que Pablo Iglesias fuera el primer político en difundir en redes su rostro femenino. Bastante mejor que el masculino, por cierto.