
Morse.
La encuesta que publicaba este diario coincide con otras en augurar el retorno del bipartidismo, lo cual significaría que no estamos tan crispados como dicen. Tras unos años experimentales el personal se va reagrupando en torno a los malos conocidos y abandona sus escarceos excitantes pero fugaces con los extremos del espectro político. PSOE y PP son máquinas fiables de generar decepción, y el español regresa siempre a ellas porque, igual que pasa con las gafas de colores, se cansa rápido de las formas excesivamente vanguardistas de decepción que trajeron los nuevos partidos. Echa de menos que le defrauden como antes. «Yo soy muy selectivo con mi voto. No quiero jugármela con incumplimientos demasiado novedosos. Por muy tentadora que resulte la idea de que te estafe alguien distinto, lo mejor será confiar en aquellos en los que ya sabíamos que no podemos confiar», se dice el español. De modo que ya se prepara para encomendar a PSOE y a PP la madre de todas las decepciones, nada menos que la reconstrucción económica del país tras la devastación pandémica.