Una pandemia de cursilería

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Un cursi.

La cursilería debería ser la próxima víctima del coronavirus. No lo es todavía, conectada como está a los respiradores artificiales de la política sin moral y del periodismo sin independencia. Porque la cursilería es el condimento de la propaganda, la levadura que infla el discurso desmigado de Moncloa hasta que un globo de cháchara tape una ringlera de ataúdes y un cerro de negligencias. La retórica de Sánchez estos días es hija ilegítima de un Churchill comprado en los chinos con una miss universo recién coronada. Guerra y amor, Marte (bufo) y Venus (recauchutada), el enemigo letal contra que el presidente nos enrola cada finde a toque de corneta y los ángeles sanitarios a los que, a falta de mascarillas, les entrega su más sentida gratitud.

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14 abril, 2020 · 11:57

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