
Sanchismo digital.
La Moncloa de Iván Redondo no valdrá para fabricar mascarillas o evitar contagios, pero manufactura humo como para difuminar 13.000 muertos (autopsiados) y seis millones inminentes de parados. Solo en materia de propaganda admite parangón el sanchismo con Corea: con la del Sur en eficacia y con la del Norte en veracidad. La mercancía se cultiva en el edificio monclovita de Semillas, se distribuye por los medios amigos, se vende al por mayor en el telediario y termina enganchando al cliente crédulo. Los chicos de Redondo son como los guerreros de terracota de Xian: perfectamente alineados encontramos a sicofantes de tertulia, troles de red social, enfermos de nostalgia de cantautor y plumillas movedizos con el índice chupado al viento del que manda. Tienen los pies de barro pero también un cinturón negro en defensa personal: el muerto al hoyo y el vivo al BOE.
Las cuentas de vidrio coloreadas con que trafica ahora el Gobierno se llaman recortes del PP, Pactos de la Moncloa y bloqueo antipatriota. Se ensartan en el orden citado como un rosario de trolas centelleantes cuya letanía reza así: «Estamos como estamos porque la derecha neoliberal diezmó nuestro Estado de bienestar. Ahora le brindamos la oportunidad de redimirse apoyando sin fisuras nuestros decretos progresistas. Si se resisten, los españoles sabrán que tienen una derecha carroñera contra la que nuestro cordón sanitario estaba justificado». Esta chatarra viaja cada mañana hasta el salón del contribuyente angustiado, en la redondísima esperanza de que su confinada inteligencia ya esté lo bastante licuada como para afiliarse al Palmar de Troya.