
Gag fallido.
Que corran malos tiempos para sonarse los mocos en la bandera de España debería constituir una magnífica noticia para un bufón, pues el riesgo siempre definió el valor de su trabajo. Por eso no se entiende la pesadumbre con que Dani Mateo, a juzgar por sus tuits gemebundos, está sobrellevando las lógicas consecuencias de su travesura, de la cual lo peor que se puede decir es su ineficacia humorística: no se han reído ni en La Sexta, que se ha apresurado a eliminar el vídeo de su web. Esta traición debería molestar más a Mateo que la iracundia de los patriotas: o somos provocadores hasta el final o estamos vendidos al mercado, pero ir de lo primero cuando no hace falta ni el telefonazo de una marca para poscensurar a tu cómico bate otro récord de fariseísmo entre nuestros muecines de progreso.
Hubo un tiempo en que solo a los militares y a los pijos les ofendía lo que un humorista jugando a apátrida hiciera con la rojigualda, pero esa indiferencia chic murió a manos de una partida de carlistas que por poco logran extranjerizar a la mitad de sus vecinos en pleno siglo XXI. Ya se sabe que uno no valora lo que tiene hasta que puede perderlo; por eso ahora es más común mirar a España como lo que es: nada más -y nada menos- que la sede histórica de nuestros derechos. Entre esos derechos, por cierto, figura la libertad de expresión: por eso Mateo puede agradecer a su condición de español que la represalia por su broma se limite al escrache digital. Merecer uno es casi una obligación, ya digo, para todo cómico que se precie. Un cómico se deprecia -se convierte en un Krusty, un payaso cínico- cuando llora por las reacciones a sus numeritos.
En los años ochenta el periódico local que adquiría la familia incluía tiras cómicas de Quico el progre. No dejaba de producirme asombro que los insufribles puritanos de décadas anteriores hubiesen metamorfoseado en curas laicos con vacaciones en el Caribe e interminables paseos con el video del brazo. Ya estarán en el camino de salida, pensé yo, seniles prematuros. Ja ja. El loop postmoderno los trae y retrae periódicamente y cuidado no nos topemos cualquier día con Roures tal cual o en retrato hiperrealista de Ivà u Oscar o cualquiera de esas luminarias de su escudería. Si tiene la tendencia a retirarlo con un zapato o un palo para manejar inmundicias piense en como se multiplica y pringa cuanto toca