
Industria del espectáculo.
Nos gusta hablar de Podemos: las cosas como son. A unos porque lo odian, a otros porque lo aman y a la mayoría porque lleva toda la vida consumiendo telerrealidad y reconoce el adictivo patrón del género en ese partido al que tanto le está costando convertirse en un partido. Pues nació más bien como mercancía de la industria del espectáculo, placeada en las calles y en los platós como cualquier compañía de teatro. Su padre no es Marx ni Laclau sino Guy Debord, que profetizó la nueva edad del capitalismo en que ya no compraríamos productos sino experiencias. Y la de revolucionario se vende como ninguna en las plácidas democracias occidentales.
Hablamos de Podemos y cuando lo hacemos llamamos Pablo a Iglesias, Íñigo a Errejón y Tania a… Tania, pero no se nos ocurre llamar Mariano a Rajoy, y mucho menos Cristóbal a Montoro. Las confianzas en la civilización del espectáculo nos las tomamos con aquellos personajes de ficción que sentimos más cercanos; pero Montoro no es ficticio, como modestamente creo haber demostrado esta semana. Los dirigentes de Podemos favorecían esas familiaridades con su retórica eclesial, subgénero scout, ya desmentida por dichos y actos que son tan descarnados como los de cualquier político en lucha por el poder. Hay fans del serial lila descubriendo ahora que los partidos no son asambleas, que en las ruedas de prensa no siempre se puede sonreír, que las listas se terminan confeccionando en una habitación cerrada, que al enemigo ni agua y a la exnovia ni una comisión parlamentaria y que todo esto no es nada personal: solo negocios. El negocio de la representación en la política mediática de nuestro tiempo, que presta servicio incesante como las farmacias de guardia y las opiniones en las redes.
La foto no tiene la gracia de la que pusieron de portada el viernes en `El Mundo’, premio anual de información gráfica ¿Qué información o titular servía? `Bromas, las mínimas´o `El maestro de ceremonias entre Pitagorín y Patatón´ o en plan moderneque `Taste the whip, in love not given ligthly´ o si la quieren más intemporal, el comentario de un corresponsal de la samizdah cubana `14yMedio´ a la aparición conjunta de la viuda de Kirchner y el boss de Podemos: ` Una actriz porno y un chulo vividor´. Que como apuntaba alguien de los guerrilleros yugoslavos en los cuarenta, no tienen otra vida posible, así que preparense para ellos/ellas