La legislatura baldía

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Esperando a Godot.

Abril es el mes más cruel, advertía Eliot en La tierra baldía, pero la crueldad solo la reconoce el que la padece: el resto la disfruta. Al menos en política, y al menos en España. A doña Cifuentes la vida le parecerá muy injusta en estos momentos, pero si piensa así es porque a partir de un número determinado de trienios en la administración uno pierde de vista las razones para indignarse de los excluidos del maná público, en este caso los estudiantes que se aplican y no son contratados. En esta legislatura baldía como el poema de Eliot ya no se habla de otra cosa más que de Cifuentes, cuyo espectro aullante recorría ayer los pasillos del Congreso en cada corrillo y en cada canutazo, mientras en el hemiciclo los oradores regaban en vano la tierra estéril de la dialéctica parlamentaria, donde hace demasiados meses que no florece un pacto, una reforma, siquiera un insulto creativo.

Con Rajoy en Argentina, varios ministros de pellas, los líderes de los restantes partidos sumergidos en el iPhone -«¿Habrá dimitido ya?»- y don Catalá en el papel protagonista, muy trepidante no podía ser la sesión. A mí, sin embargo, me gustan estas mañanas anodinas donde lo relevante es relevado por lo revelador. Por ejemplo, el milagro primaveral de oír varias verdades seguidas en boca de un diputado independentista, cual es Carles Campuzano. «No cabe minimizar el varapalo de la justicia alemana» (cierto: siempre es un palo la traición de un socio). «La democracia en España se está deteriorando» (cierto: se ha deteriorado mucho en la zona nordeste de España). «Ha sido la incompetencia la que nos ha llevado hasta aquí» (muy cierto: la del Gobierno central, que no creyó que el nacionalismo cumpliría su promesa de golpe de Estado). Y sobre todo: «Esta legislatura está agotada». Baldía, si nos ponemos poéticos.

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La reseña de «Vidas cipotudas» de Bernabé Sarabia en El Cultural

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1 comentario

12 abril, 2018 · 15:25

Una respuesta a “La legislatura baldía

  1. una cesta con vino en el desierto

    El desconcertante inicio del cuarteto de MIrza (Ts) Eliot quizá lo es menos si nos atenemos a quién y desde dónde lo ulula: El inmediato predecesor es la siblla que, en el testimonio más o menos hilarante de Trimalción habría dicho «apozanein zelo» – «Morir es lo que quiero». Algo menos hilarante, parece. el deseo compartido por el aplicado estudiante de budismo -brahmin de Boston, no less- .y comprensible para las docenas de autores que han declarado que lo peor es haber nacido, desde Simónides a Mme du Deffand. El caso es esforzarse y preguntarse ¿Por qué? Y si al cabo de veinte años se quiere resetear la cuestión, más cuartetos del desierto con otra perspectiva en Four Quartets

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