
El hombre comparece en la sala de prensa con su cabeza debajo del brazo, precedido por la nostalgia anticipada que origina su destitución. Luce la equipación de siempre, tan blanca como su noble cabellera. Un centenar de periodistas se han citado a la espera de que suceda algo distinto, algo imposible; no exactamente una reacción destemplada, pero sí una fugaz concesión al ensimismamiento en su indiscutible legado, o un lametazo furtivo a esas heridas íntimas que se forman por el roce entre la expectativa y la ingratitud. Una vez más, sin embargo, la prensa solo cosechará titulares impecables. Ni un mal gesto ni una factura intempestiva ni esa palabra airada que alimenta la lucrativa industria de la polémica futbolera. El fútbol, como la vida, es una aventura que empieza y termina. No hay que hacer ningún drama. Esto ha sido inolvidable. Me marcho feliz y agradecido. Eso dice. Y a continuación Carlo Ancelotti (Reggiolo, 1959) anuncia oficialmente que se va del Real Madrid para entrenar a Brasil.













