
No pasa nada por ser conservador, pero es que a veces el conservadurismo es la única forma de demostrar inteligencia. Uno de esos momentos es una vuelta de cuartos de final cuando se lleva una ventaja de dos goles. Por esta razón y no por halagar a don Juan Carlos, presente en el palco de Stamford Bridge, el Real Madrid salió al campo dominado por una noción monárquica del paso del tiempo y echando un vistazo furtivo al reloj mental en cada saque de banda. Bastaba aguantar el resultado para reinar sobre la eliminatoria. Y sin embargo ni el Chelsea arriesgó tanto como se esperaba ni el Madrid en Europa sabe jugar a contemporizar sin aburrirse.