
Caminaba el sábado con unos amigos por el paseo de La Florida, que es mi barrio, y un desconocido de cierta edad me interpeló:
-¿Cómo puedes ser tan de derechas siendo tan joven?
A esta clase de piropos uno no sabe nunca cómo reaccionar, pese a que sobrevienen con alguna frecuencia, así que me eché a reír, lo cual aumentó su desconcierto. Habría sido interesante entablar un debate con aquel vecino que encarnaba la viva imagen de la desilusión al contemplarme. Pero era la hora de comer y teníamos reserva en el mesón.