
Aunque el centenario de la publicación de Ulises se celebró el año pasado, es pertinente leerlo y comentarlo en el año Picasso: al fin y al cabo el impacto del irlandés en la literatura es comparable al del malagueño en la pintura. «Joyce se destruyó al convertirse en un genio», ha dicho John Banville. Y ciertamente uno cierra el libro totémico con la convicción de que el autor ha ido demasiado lejos, más lejos de lo que había ido ningún narrador antes que él y de lo que pueda hacerlo ningún otro después. Tras Joyce la literatura quedó hecha pedazos, y los que han venido luego ya solo serán eso: epígonos.