
Cabina del Falcon, 41.000 pies de altitud. El avión presidencial sobrevuela la inflación rumbo a Lanzarote, donde Pedro Sánchez Pérez-Castejón, gran aficionado a las políticas expansivas y a las residencias oficiales, se dispone a pasar unas merecidas vacaciones. Le espera La Mareta, donde los magnánimos españoles llevamos gastados 150.000 euros para ponerla al gusto de doña Begoña Gómez, que dio orden de trasladar 37 obras de arte del Palacio Real. El traslado forma parte del esfuerzo de superación estética de la familia presidencial, que nunca ha ocultado la noble aspiración de elevarse a la condición de Familia Real B, de nueva dinastía begopétrea, de aristocracia comprada en los chinos de Pozuelo.