
Según los indicios más acreditados, España tiene un Gobierno. Ese Gobierno despreció las alertas de la primera ola, externalizó la gestión de la segunda y la tercera le ha pillado ya directamente tocando la zambomba sobre un palé de Pfizer. Porque gobernar, como ya averiguó don Mariano, es un verdadero lío; una tarea desde luego mucho más enojosa que redecorar Doñana o disponer las penúltimas consignas en la escaleta de tu periodista cremáster.