
Desde Johann Sebastian Bach nadie había depurado tanto el arte de la fuga como Pedro Sánchez. Ya huye incluso mientras comparece. Pero no es que no responda: es que usurpa los argumentos de la oposición contra sí mismo. En esta última sesión de control del curso se desdobló delante de todo el hemiciclo, cruzó la moqueta y ocupó figuradamente el escaño de Feijóo para lamentar la psicología de los políticos que dicen una cosa y hacen la contraria. ¡Lo denunciaba Pedro Sánchez! Freud habría enmudecido ante el espectáculo de semejante paciente, capaz de llevar el mecanismo defensivo de la proyección moral hasta el paroxismo.













