
Anochece en Moncloa. Termina el último día de campaña y los dos últimos centenares de asesores se han retirado ya. La sonrisa que exhibía Begoña Gómez en el mitin de Benalmádena se ha borrado de su rostro ahora serio. La escena se desarrolla en la alcoba presidencial.
-Tenemos que hablar, Pedro.
-El fascismo no va a quebrarme, cariño.
-Deja de pensar en ti, egoísta. Dime qué va a pasar conmigo. Dime que no va a pasarme nada. Y sé sincero, que yo no soy otro puto votante.
-Calma, está todo calculado: la carta, tu presencia rompedora en el mitin, mi guerra contra el sionismo y la internacional ultraderechista. Verás cómo los españoles te absuelven el domingo.






