
Hay gente, incluso gente de izquierdas, sorprendiéndose sinceramente de que PS (Pedro Sánchez) tapara las denuncias de acoso sexual contra PS (Paco Salazar). Gente que no se explica que PS protegiera a PS durante meses y quizá años pese a conocer perfectamente, «en su dimensión personal», la conducta de PS. Pero la coincidencia de las iniciales señala otra más profunda que ayer ilustraba Roberto Benito apoyándose en Zweig: la que se produce cuando «las personas de amplia visión moral e inconmovibles convicciones se ven desbordadas por los tahúres profesionales, los artistas de las manos ágiles, las palabras vacías y los nervios fríos». Al construirse contra el aparato socialdemócrata más reconocible, el proyecto sanchista operó necesariamente desde el primer momento bajo el principio de selección inversa. La inmoralidad se convirtió en virtud maquiavélica, en premisa eficiente. Para la aventura de sus vidas sobraban los integrados, los fieles, los leídos, los escrupulosos.






