
Doña Míriam Nogueras, señora del señor, dominatriz del dominador, fusta juntera sobre nalga sanchista, contempla por televisión los patéticos efectos que siete votos pueden obrar sobre el cuerpo y el alma de su compungido acreedor. Los ojos rojos, la espalda encorvada, la voz penitencial de Pedro Sánchez mientras confiesa sus incumplimientos a Gemma Nierga. He sido un chico malo, musita Pedro. He sido travieso y merezco un castigo. Los azotes, sin embargo, aterrizarán en el culo de todos los españoles, que no se beneficiarán de financiaciones singulares ni de amnistías judiciales ni de reconocimientos identitarios.






