
Que a la luz de Lux haya dicho Madonna que Rosalía es una «auténtica visionaria» induce a confusión. Pretende reivindicarse la autora de Like a prayer tantos años después, pero la aproximación de Rosalía al catolicismo entraña honduras inasequibles a aquella Madonna que descubrió el mediterráneo erótico-festivo de la monja pecadora. Ambas comparten voluntad transgresora, pero en 2025 la verdadera provocación ya no se ejerce con el cuerpo sino con el espíritu. Y esa mística revolución contra la material girl in a material world es la que abandera ahora Rosalía. Española tenía que ser.







En el Spectator de esta semana aparecía una ponderada crítica del último disco de Rosalía, a la que no tenía el gusto. El escritor no es sea fan de cosas meridionales, así que intrigado busque en la biblioteca pública a ver que había. En el apartado ‘flamenco’, no en el de ‘pop’, aparecían dos registros entre los que estaba la saeta tradicional ‘El Redentor’. Suena a medio oriente con esos melismas evocadores de , em, fiestas locales: ‘y lo coronan de espinas’. Quizá al Agnus Dei de Rufus Wainwrigth a quienes no tengamos ni la mínima de este tipo de música. Pero quizá la falta de familiaridad evoque el Sinai con aquella zarza -espinosa, suponemos- ardiente. Queda uno plano. Rosalía, aunque queda muy feo esto de subirse al carro de la vencedora, debo decir que eres enorme