
Es cruel que en país tan vivible no haya manera de encontrar vivienda. La crisis está muy diagnosticada: las grúas se pararon tras el estallido de la burbuja mientras la población crecía al ritmo acelerado de los nuevos flujos migratorios. Hoy se construye media casa por cada familia que busca una entera. Si al exceso de demanda le sumamos la crisis de oferta provocada por la inseguridad jurídica que ha extendido la regulación contraproducente de la izquierda (que desconoce las leyes del mercado, del mismo modo que la derecha desconoce las leyes de la comunicación), el resultado es el vídeo asestado por el Ministerio de Vivienda a todos los españoles que nunca serán propietarios y difícilmente lograrán ser inquilinos.






