
Estoy harta. Como diría mi amiga Ada, no puc més. Escribo esta entrada en la intimidad de mi camarote, un espacio seguro donde rumiar las tribulaciones de mi conciencia, al amparo de un candil de queroseno con certificado energético de bajas emisiones. Habitualmente uso este cuaderno para aliviar la presión que la injusticia del mundo pone sobre mis hombros, pero hoy empuño esta pluma de faisán sintético para testimoniar mi descontento privado con el derrotero moral de esta Flotilla. No me dejaré llevar en público por la indignación, porque no quiero hacerles el juego a los creadores de memes de la ultraderecha neoliberal. Pero reconozco que estoy hasta donde cambia el clima de toda esta gente.







