
Combate muy táctico en la sesión de control, un poco como el Canelo contra Crawford del otro día. Golpe, esquiva, contragolpe. La violencia siempre es hija de la desesperación, y esta vez el Gobierno no se empleó a fondo en el control de la oposición porque cree atravesar un momento dulce gracias al humo de Gaza, que difumina las derrotas parlamentarias y esconde (temporalmente) los escándalos de corrupción. Al menos hasta el próximo auto judicial.






