
No tiene nada de particular que Jorge Javier Vázquez, admirador confeso de Pedro Sánchez, haya decidido proporcionarse una cara nueva. Si se opera el patrón, a ver por qué no va a operarse el marinero. Ambos viven de su imagen y ambos deben defenderla de la impertinencia del tiempo, ese vengativo dios inexorable. Los años no perdonan a ningún mortal, pero se ceban singularmente con quienes tienen algo que esconder. Sobre todo si lo que tratan de esconder es su verdadero rostro.






