
España vuelve a ser diferente. No tendrá la cabeza de Fraga, pero Pedro siempre se remonta instintivamente al franquismo en busca de inspiración. No solo por la obsesión con la prensa no adicta y los puñeteros jueces. No solo porque la pornografía y la prostitución escandalizan más al puritanismo progresista que los registros policiales en Ferraz. Sabemos que vivimos en el año Franco (la analogía histórica se redondearía con unas generales el 20-N, como ya ensayó Zapatero) porque España ha vuelto a convertirse en la excepción ibérica: ahora aspira a una autarquía militar entre los Pirineos y Marruecos.






