
Se celebra este día porque se hizo esperar. Se hizo esperar demasiado. Antes tuvo que existir el coraje de Francisca de Pedraza, apalizada por el animal de su marido durante años y nunca quebrada: fue la primera española en obtener una sentencia de divorcio (1624) en reconocimiento a su condición de víctima de maltrato por mediación del rector de Alcalá. En esa misma universidad -cuna de ilustración- logró doctorarse María Isidra de Guzmán (1785), allanando otro poco la cuesta de la igualdad. Al fin, el 8 de marzo de 1910, una real orden autorizó oficialmente en España el acceso a la enseñanza superior de las mujeres en pie de igualdad con los hombres.






