
La emoción política que mejor explica nuestra época es el resentimiento. En su fascinante monografía sobre el emperador Tiberio, Marañón describe magistralmente los síntomas de esta enfermedad del alma que podríamos resumir en cinco puntos.
1) El resentido no es malo. Suele ser tímido, cobarde y feo, y aficionado a escribir mensajes anónimos (aquí Marañón prefiguró Twitter). Puede incluso ser bueno mientras la vida no defraude sus expectativas; en cuanto lo hace, en vez de negociar a la baja con su ego engendra una amargura inextinguible.






