La siniestra suficiencia del antifascista moderno

La primera vez que escuché la palabra fascismo fue en el patio del colegio a mediados de los 90. La pronunció un compañero entre risas porque no le pasábamos el balón. De aquel uso conscientemente hiperbólico (y por tanto inocuo) hemos ido degenerando hasta la ridícula solemnidad con que el progresismo conjura hoy el regreso de la bestia, hasta el punto de fundar sobre ese abuso -caso español- toda la estrategia de legitimación y pervivencia de un Gobierno.

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1 comentario

9 febrero, 2025 · 10:16

Una respuesta a “La siniestra suficiencia del antifascista moderno

  1. Avatar de Candy says # 2 Candy says # 2

    El abusivo empleo de la palabra fascismo es algo que pudiera haber notado en las dos décadas de ejercicio en el púlpito del dominical de ‘el país’ de su colega Javier Marías. Semana tras semana, con perfecta independencia de lo que pasase a su alrededor, afortunadamente alejado de lo que había entre los derrotados de Europa en los años treinta, teníamos la amenaza del -ismo. Me pregunto que pensarían su señor padre y, especialmente su inteligente madre de tales ideas fijas. Y su insistencia pareció cobrar momento cuando surgieron de debajo de las piedras los energúmenos de ‘Podemos’ que tomaron la amenaza y la convirtieron en ya no en el sermón dominical, sino el pan de cada día. Que vayan a montar un pollo farandulero porque ha salido una trans que resulta ser bastorra (que novedad) es una frivolidad que, con el cambio de paradigma que se anuncia por ahí fuera, puede acabar un día de estos. Ojalá.

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