
Lo lógico sería pensar que la derecha en España se dirige al mismo lugar que en otras democracias de Occidente. Pero por más que la globalización tienda a acompasar los cambios y a unificar las tendencias, sigue encontrando aquí y allá resistencias idiosincrásicas o condiciones materiales que ralentizan o corrigen los grandes rumbos apuntados.






