
Un juez seguirá investigando a Begoña Gómez, como es lógico en un país que aún predica que todos somos iguales ante la ley. Pero hay algo que ni puede ni debe investigar un juez; algo más interesante que el tráfico de influencias, la corrupción en los negocios y la apropiación indebida: las razones psicológicas que condujeron a semejantes conductas. ¿Cómo es posible que alguien que ha coronado la pirámide social no se conforme con disfrutar de las vistas? ¿Por qué decide ponerlo todo en riesgo para saciar una sed de reconocimiento que no colma La Moncloa?







Qué susto. Hablaba ud de ‘vistas privilegiadas’ en el cuadriculado de presentación de artículos que figura en el índice de las publicaciones recién horneadas y a falta de más datos pensé que le podía haber tocado a Almodóvar, que las tendrá inmejorables en el paseo del pintor Rosales. Nada que objetar, me parece perfecto la culminación de una carrera como el piso en la contigua casa del Paseo de Moret de Barreiros. Pobre Barreiros. Existía por ahí una biografía de Hugh Thomas que podría servir de algo a la purria presuntuosa que tanto le detesta y tanto le gustaría ocupar la silla del califa sin haber dado un palo al agua.
Por si lo decidiera hacer alguna vez próxima, podía preguntar a Pedrito que opina del artículo de Antonio Alonso, genetista (El País, 24 de octubre de 2,O23) sobre la inexistencia de una sola prueba de bebés capturados del franquismo. Una historia debidamente explotada por la BBC que, al parecer, no querría saber nada sobre la exportación de ‘indeseables’ británicos a la costa australiana al final de la 2ª guerra mundial. Mucho más interesante los horrores de estos fascistas sureños, dónde va ud a parar. Aunque fueran tan ficticios como una película de los Hammer Studios. Imagínese una donde se ve a la hechicera Begoña Gómez dando palos -psíquicos, para que naturales- al agua de la sauna más próxima, salmodiando algo sobre muertos bajo su superficie