Cuenta Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970) que siempre quiso continuar Las máscaras del héroe (1996). Y por fin ha encontrado el tiempo (el París ocupado) y el espacio: nada menos que las 1.600 páginas divididas en dos tomos que componen Mil ojos esconde la noche (Espasa). El primero, La ciudad sin luz, ya desafía desde los escaparates todas las reglas de nuestra época, empezando por la brevedad. «Había un tapón que me reprimía y cuando lo he quitado ha salido todo a chorro».
GAZPACHO CON TABASCO
blog personal de un cierto jarroson
“Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar”. M. Twain
“Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar”. M. Twain
you are so cute when you are frustrated, dear
“Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar”. M. Twain
“Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar”. M. Twain
“Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar”. M. Twain
“Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar”. M. Twain
“Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar”. M. Twain
¡A los molinos! 
Cuando me recomendaron leer ‘Las máscaras del héroe’ lo hicieron a contrapelo; me dijeron que cuanto menos era una novela-novela, diferente del engrudo de x o y. Y me sorprendió encontrarme con la que debe ser mi biografia favorita de Gómez de la Serna, la del poeta hampón donde Ramón dice que al verle con un pistolón en el Madrid del 36 decidió que aquello iba a acabar pero que muy mal y que mejor se marchaba a Buenos Aires. Gómez de la Serna escribe como los dioses, así que no le tuvimos en cuenta a Prada ciertos alargamientos y lo leimos. Bien. Las siguientes novelas se abren a campos no muy explorados por sus paisanos, como la delincuencia de las ong’s en Siria o el lío de partidos de derechas en Francia antes y después de la segunda guerra mundial. ¡Pero la inflacciónde adjetivos, Señor, y las poses truculentas! Ahora me parece que lo lleva a extremos donde uno se pregunta si no tuvo un maestro de lengua que le pidiera que en sus redacciones no abusara de palabras vacías.