
Nos dijeron que el periodismo debe salir a la calle, acudir al concreto lugar donde se produce la noticia, pero hoy la mejor manera de contar la vida pública española exige guardar una higiénica distancia del Congreso. De allí no sale una verdad ni por orden del Tribunal Supremo. Y como este miércoles no pude asistir a la sesión de control, seguramente estoy en disposición de interpretar mejor la realidad política que cualquiera de los sufridos compañeros que aún creen que personarse en el epicentro del infundio parlamentario forma parte de sus obligaciones profesionales.






