
Sigo con interés la evolución de la guerra civil ideológica en el seno de la izquierda occidental. Y no puedo evitar tomar partido por las voces que se alzan contra el secuestro del progresismo por parte de la ideología woke. Cada vez se pronuncian con mayor claridad y menos miedo, y al hacerlo desatan la ira cancelatoria de las patrullas de la identidad, y al sufrir su persecución desenmascaran eficazmente la naturaleza reaccionaria del movimiento woke,quod erat demonstrandum. Tampoco es casualidad que el protagonismo de esta lucha emancipatoria recaiga últimamente sobre el coraje de ciertas pensadoras, antes que pensadores, porque la variante queer del wokismo pone en tela de juicio la posibilidad misma de la condición femenina: cuestiona la existencia biológica de la mujer.






