
Muchos son los llamados pero Bellingham es un escogido. Una improbable combinación de genes seleccionados por la alquimia del mestizaje entregó la talla, la habilidad, la inteligencia. Una esmerada educación aportó la voluntad de perfeccionamiento que reclama la élite. Y un dios caprichoso coronó la obra con el don de la gracia en el arte de matar: esa aérea facultad de extender su dominio por el campo antes de cernirse y caer inexorable sobre la zona de máximo peligro. Como aquel otro hermoso ejemplar de su estirpe, Jude flota como la mariposa y pica como la abeja.






