
Por una día el Congreso se honró a sí mismo y las señorías allí presentes abrieron un paréntesis de añorada solemnidad para renovar la vigencia de la monarquía parlamentaria. Nadie echó de menos a los que faltaron salvo el presidente en funciones, visiblemente incómodo por el protagonismo que le robaba Leonor de Borbón. Pegaba tanto Sánchez en el acto de hoy como una tarántula en un trozo de bizcocho. Y él sabe bien por qué.






