
La ola autocrática que se prepara para descargarnos encima una amnistía infame se estrelló este domingo contra el rompeolas alzado en la plaza de Felipe II, el rey que decidió la capitalidad de Madrid. El escenario era nuevo y el formato también: ni aún manifestación ni ya acto de partido, el gentío desbordó las costuras propias del mitin cerrado y colapsó las calles adyacentes al WiZink Center -O’Donnell, Alcalá , Goya, Conde de Peñalver- con la desorientación propia de la falta de costumbre. Otra cosa que la gente de orden jamás perdonará a Pedro Sánchez es haberla obligado a manifestarse. Los papeles tradicionales están invertidos: la izquierda insta al silencio frente al privilegio y la derecha se echa a la calle en defensa de la igualdad. Otra revolución psiquiátrica que le debemos al sanchismo.






