El presidente del Gobierno mantuvo con el Rey el tradicional despacho de verano en Palma de Mallorca. No sólo es la primera frase de los teletipos sino también su titular. Podría decirse asimismo que es un planteamiento, pero también un nudo y, lo que ya es abiertamente dadaísta, un desenlace. Despachar con el Rey es una acción política de estío que los medios presentan en forma intransitiva, tautológica, inmanente, concluida en sí misma como una sentencia de Parménides o Spinoza. El ser es, dijo Parménides; cada cosa se esfuerza por perseverar en su ser, dijo Spinoza; con el Rey no se despacha nada sino que sólo se despacha, en general, dicen los medios en verano. De hecho, el titular debería construirse en gerundio, forma no personal del verbo que enfatiza el hecho y desprecia al sujeto: «En Marivent despachando, que es gerundio».
A nadie por tanto parece importarle demasiado el contenido del despacho de Don Juan Carlos cuando Mariano Rajoy se mete en él. No me refiero ahora a la rueda de prensa posterior que protagonizó Rajoy –y una rueda de prensa de Rajoy, dado lo poco que se prodiga en el género, empieza a ser noticia desde la mera formalidad de su convocatoria–, donde el presidente anunció que el Gobierno no tomaría en Gibraltar medidas ilegales y que espera que la cosa no vaya a más. Nunca está de más enterarse de que tu presidente no emprende ilegalidades a bombo y platillo, pero ustedes comprenderán que semejantes proclamas equivalen informativamente a señalar que los perros seguirán mordiendo a los niños mientras confiamos en que no se les ocurra morder también a sus padres.






