
Quizá Maruja Mallo ha sido nuestra Frida Kahlo o quizá fuera Frida la Maruja de los mexicanos, no estoy seguro. Ambas nacieron en la primera década del siglo, ambas fueron de izquierdas, ambas encauzaron el ímpetu de las vanguardias dentro de los márgenes de la figuración y ambas entregaron sus pinceles al susurro torcido del inconsciente, de manera que sus lienzos se pueblan de claves oníricas, chillidos cromáticos y un distendido toque feliz de autoparodia.






